miércoles, 27 de junio de 2007

Últimamente le costaba dormirse y había adquirido la costumbre de repasar mentalmente todo lo que había hecho durante el día. Le gustaba la sensación liberadora que tenía al hacerlo, como si borrara todas y cada una de las entradas de su apretada agenda. Se imaginaba el dibujo azul de su letra desescribiéndose como si deshiciera punto a punto un bordado. Hoy tenía esa sensación inacabada como si le hubiese quedado algo por hacer. Ya se había levantado pensando que se le olvidaba algo, pero qué sería…

”Veamos, hoy me he levantado y sabía que se me olvidaba algo. Calculo que habré estado como una hora removiendo el azúcar en mi taza de café porque cuando me lo he tomado estaba frío otra vez. Quería ir a algún sitio, creo. Pero dónde… al final me he subido a un taxi pensando que me iluminaría en el momento exacto de decirle al taxista la dirección, pero no ha sido así. Me he bajado del taxi y supongo que habré estado caminando en círculo un buen rato porque es lo que dicen que hago cuando estoy concentrado. Yo no lo sé porque no me veo. Me he subido a otro taxi y le he dicho que arrancara, confiando esta vez en que se iluminara el taxista, pero tampoco. La situación se ha puesto un poco tensa y yo no quería ir a cualquier lado, sólo quería saber adónde tenía que ir. Estas situaciones me agobian, así que le he pedido al taxista que fuera hasta una rotonda, la que sea, y que diera vueltas. Lo ha hecho por una media hora hasta que me ha sacado del taxi gritando que nunca más me subiera a él. Yo también estaba un poco mareado, he tenido que luchar mucho por seguir concentrado en averiguar adónde tenía que ir hoy en lugar de pensar que estaba en una lavadora, programa de centrifugado. Me he puesto a caminar y he llegado frente a la pista de patinaje sobre hielo. Me he dado cuenta de que es un buen lugar para reflexionar y dar vueltas a mi antojo, así que entro. Efectivamente, en cuanto me pongo los patines entro en un estado de concentración absoluto y consigo olvidarme de que soy el único adulto en medio de un montón de niñas vestidas con maillot rosa haciendo piruetas imposibles…pero ni así, qué fastidio, odio cuando no puedo acordarme de algo…”

El sueño le alcanzó mientras se imaginaba el extraño recorrido de su día desde muy, muy arriba.

“Es una suerte que mi sombra no sea de tinta”, pensó. “Hoy no he sido más que un garabato”.

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